Resolución 3542 de octubre 31 de 2006
LA DORADA - CALDAS
TALLER DE RECUPERACION LENGUA CASTELLANA GRADOS NOVENOS
Lic. Víctor A. Largo S.
1. Lee el fragmento del drama de sor Juana Inés de la Cruz y define que es un “enredo”. Ahora busca un ejemple en tu entorno y escribe un mini drama, donde tengas en cuenta ese caso. Haz una sola cuartilla para sustentar.
2. Lee el texto Los soles o edades que han existido. Analiza y describe la manera como fueron destruidas las cuatro edades que antecedieron a la que ahora vivimos.
4. Lee el fragmento 203 de Fray Bartolomé de las Casas ¿Qué opinas sobre la posición del sacerdote? ¿Cuál es tu posición?
5. Lee, analiza y explica esta frase de Huilca – Uma, en Ollantay. “¡Cuántas veces bebemos la muerte en vasos de oro!; ¿Quién fue Ollantay? ¿Qué le ocurrió?
6. Lee un resumen de las siguientes obras: Popol Vuh, Chilam Balam y Ollantay y menciona sus similitudes y otras características de ellas y ¿Por qué fueron importantes?
7. Con las siguientes pistas desarrolla un crucigrama (usar el siguiente enlace http://www.neoteo.com/eclipsecrossword-crea-crucigramas-gratis-5224 para crear tu crucigrama)
Narración azteca sobre el origen del mundo y de los hombres.
Género literario que cultivaron las culturas indígenas, que explica el origen del mundo y delas cosas.
Cultura aborigen que se extendió desde la región Andina hasta Chile.
Forma de transmisión de los textos artísticos.
Una de las culturas más avanzadas de América que creció y se desarrollo en México
Continente del cual provenían las primeras migraciones que llegaron a América hace 10.000 años.
Cultura precolombina que tuvo escritura jeroglífica.
8. Establece diferencias entre comunicación paralingüística, quinésica (kinésica) y prosémica (proxémica).
9. Define, según Anntte Becker, cuáles son las funciones del lenguaje humano.
10. describe, en una lista, cinco (5) movimientos faciales con su respectivo significado, haz lo mismo con la mirada y con el movimiento de las manos y el cuerpo.
FRAGMENTO DE SOR JUANA INES DE LA CRUZ
Celia: —Señora, nada me admira, que en amor no es novedad que se vista la verdad del color de la mentira; ni ¿quién habrá que se espante si lo que es llega a entender temeridad de mujer, ni resolución del amante, ni de traidoras criadas, que eso en todo el mundo pasa, y quizá dentro de casa hay algunas calderadas? Sólo admirado me han por las acciones que has hecho los indicios que tu pecho da de olvidar a don Juan. Y no sé por qué el cuidado das en trocar en olvido, cuando ni causa has tenido tú ni don Juan te la ha dado.
Ana: —Que él no me la da, es verdad; que no la tenga es mentira.
Celia: — ¿De qué modo?
Ana: — ¿Qué te admira? Es ciega la voluntad. Tras mí, como sabes, vino amante y fino don Juan, quitándose de galán
Lo que se añade de fino, sin dejar a qué aspirar a la ley del albedrío; porque si él es ya tan mío, ¿qué tengo que desear? Pero no es aquésa sola b causa de mi despego. Sino porque ya otro fuego en mi pecho se acrisola. Suelo en esta calle ver pasar a un galán mancebo, que si no es el mismo Febo yo no sé quién pueda ser. A éste (¡ay de mí!), Celia mía, no sé si es gusto o capricho, y..., pero ya te lo he dicho sin saber que lo decía.
Celia: — ¿Lloras?
Ana: — ¿Pues no he de llorar (¡ay infeliz de mí!) cuando conozco que estoy errando y no me puedo enmendar?
Celia (Aparte.): — ¡Qué buenas nuevas me dan con esto que ahora he oído para tener yo escondido en su cuarto al tal don Juan; que habiendo notado el modo con que le trata, enfadado quiere hacer la tarquinada y dar al traste con todo. ¿Y quién, señora, ha logrado tu amor?
Ana: —Sólo decir puedo que es un don Carlos de Olmedo, el galán.
Más han llamado; mira quién es, que después te hablaré, Celia.
Sor Juana Inés de la Cruz, Poesía y teatro, Colección Crisol, número 194, España, Aguilar, sf
Glosario:
Calderadas: misterios, cosas confusas.
Aquésa: aquella.
Acrisolar: depurar en el crisol por medio del fuego.
Febo: uno de los nombres de Apolo, dios de la música.
Tarquinada: violencia sexual contra una mujer.
Se refería, se decía que así hubo ya antes cuatro vidas, y que ésta era la quinta edad.
Como lo sabían los viejos, en el año 1-conejo se cimentó la tierra y el cielo.
Y así lo sabían, que cuando se cimentó la tierra y el cielo, habían existido ya cuatro clases de hombres, cuatro clases de vida.
Sabían igualmente que cada una de ellas había existido en un Sol (una edad).
Y decían que a los primeros hombres su dios los hizo, los forjó de ceniza.
Esto lo atribuí a Quetzalcóatl, cuyo signo es 7-viento.
Él los hizo, él los inventó.
El primer Sol (edad) que fue cimentado, su signo fue 4-agua, se llamó Sol de agua.
En él sucedió que todo se lo llevó el agua.
Las gentes se convirtieron en peces.
Se cimentó luego el segundo Sol (edad).
Su signo era 4-tigre.
En él sucedió que se oprimió el cielo, el Sol no seguía su camino.
Al llegar el Sol al mediodía, luego se hacía de noche y cuando ya se oscurecía, los tigres se comían a las gentes.
Y en este Sol vivían los gigantes.
Decían los viejos, que los gigantes así saludaban:
"no se caiga usted", porque quien se caía, se caía para siempre.
Se cimentó luego el tercer Sol. Su signo era 4-lluvia. Se decía Sol de lluvia (de fuego). Sucedió que durante él llovió fuego, los que en él vivían se quemaron.
Y durante él llovió también arena.
Y decían que en él llovieron las piedrezuelas que vemos, que hirvió la piedra tezontle y que entonces enrojecieron los peñascos.
Su signo era 4-viento, se cimentó luego el cuarto Sol. Se decía Sol de viento.
Durante él todo fue llevado por el viento. Todos se volvieron monos. Por lo montes se esparcieron, se fueron a vivir los hombres-monos. quinto Sol: 4-movimiento es su signo.
Se llama Sol de movimiento, porque se mueve, sigue su camino.
Y como andan diciendo los viejos, en él habrá movimientos de tierra, habrá hambre y así pereceremos.
En el año 13-caña, se dice que vino a existir, nació el Sol que ahora existe.
Entonces fue cuando iluminó, cuando amaneció, el Sol de movimiento que ahora existe.
4-movimiento es su signo. Es éste el quinto Sol que se cimentó, en él habrá movimientos de tierra, en él habrá hambres.
Literatura del Antiguo México, recopilación de Miguel León Portilla, Venezuela, Colección Ayacucho, 1978.
América no tenía conciencia de su totalidad. En el continente, se hablaban miles de lenguas, y sus religiones y gobiernos nunca tuvieron un sumo pontífice o un gran emperador en común. Las tribus, naciones y confederaciones se encerraban en sí mismas, casi sin separar los poderes gubernamentales y religiosos, y, exceptuando unos contados imperios expansionistas, no parecían mostrar mayor interés en comunidades continentales.
Al arribo de los europeos, tres civilizaciones se destacaban por su majestuosidad: la inca, la maya y la azteca. Sin que coincidieran en su apogeo, tuvieron en común la tendencia imperial. También se destacaban, en las tres, su urbanismo y sus grandes avances culturales. En apariencia, la resistencia menos fuerte ante la invasión se encontró en los mayas, quienes a pesar de compartir numerosos elementos comunes no se caracterizaban por su homogeneidad. Mermados por las disputas internas, perdidos los poderes centralizadores, abandonadas las grandes ciudades y templos ceremoniales, y en un notable bajón cultural, Montejo avanzaría sobre Yucatán y Ursúa triunfaría sobre el Peten. Tras las paulatinas incursiones, en las que participaría en un principio Cortés, el norte y el centro de las antiguas tierras ma¬yas se verían finalmente sometidos. Finalmente, una vez superada la dificultad del acceso a las tierras altas del sur, en donde se asentaba la gran familia quiche, Alvarado ingresaría arrasando. (...)
Miguel Rocha Vives, El héroe de nuestra imagen. Visión del héroe en ¡as literaturas indígenas de América, Bogotá, Universidad de los Andes, 2004.
Historia de las Indias, fragmento 203
Bartolomé de las Casas (1552), Historia de las Indias, lib. I, fragmento 203.
(Ollantay, con manto y con una maza, aparece acompañado de Piqui-Chaqui, su siervo. Calle del Cuzco.)
Ollantay: —Dime, ¿viste a Cusi-Coyllur? ¿Entraste en su palacio?
Piqui-Chaqui: — ¡Dios no permita que me acerque allá! La ira del Inca es implacable y no me arriesgo a provocarla. (Pausa.) ¿Cómo es que no la temes tú?
Ollantay: —El amor no teme a nadie ni a nada. (Pausa.) Nunca dejaré de amar a esa criatura, bien lo sabes. El corazón me lleva hacia ella...
Piqui-Chaqui: —Debes estar poseído por el demonio. Hay muchas mujeres a las que puedes amar sin ningún peligro. ¡Cuántas se sentirían honradas de saber que las has elegido...!
Ollantay: — ¡Sólo me importa ella! ¡Ella! ¿Entiendes?
Piqui-Chaqui: —Cuando el Inca descubra tu pensamiento, no vacilará en mandarte cortar el cue¬llo o asarte vivo en la hoguera.
Ollantay: —No me estorbes, Piqui-Chaqui. No me contradigas, que estoy tan exaltado que soy capaz de castigarte.
Piqui-Chaqui: — ¿Qué ganarías con eso? Ya no tendrías a quién decirle día y noche que busque a Cusi-Coyllur y le cuente tu pasión. Y te aseguro que necesitarás de todo tu valor para contenerlos.
Ollantay: —Para ti no hay nada oculto, bien lo sé. Veamos cómo ha de ser eso...
Huilca-Uma: — ¿Me pides una predicción?
Ollantay: —Tiemblo al mirarte y al ver todo lo que llevas contigo, cenizas, cimiento, adobes, vasos, cestos... ¿Para qué, si todavía no llegó la fiesta? ¿Está enfermo el Inca? (...)
Huilca-Uma: (Pensativo.) —Respóndeme, Ollantay, sin vacilar. ¿No intentas seducir a la princesa Cusi-Coyllur?
Ollantay: (Desorientado y con desesperación.) — ¿Quién te lo ha dicho? Sólo mi madre participaba del secreto y ahora tú también lo conoces...
Huilca-Uma: —No lo hagas, Ollantay; domina los impulsos de tu sangre. No cometas un crimen contra el Inca, tu señor. No es hidalgo corresponder a tantos beneficios con tan loca ingratitud.
Ollantay:—La amo, Huilca-Uma, la amo... ¿Qué puedo hacer?
Huilca-Uma: —El Inca no comprenderá jamás esa pasión. Ama demasiado a Cusi-Coyllur, y si sospecha que la pretendes, estallará su ira con la violencia de la tempestad. (Pausa.) ¿Acaso deliras por ser Inca?
Ollantay: —No es a la realeza a la que aspiro. (Pausa.) Mi conciencia me dice que yo mismo he sido la causa de lo que me acontece. (En tono de súplica.) ¿Me abandonarás en este trance?
Huilca-Uma: —¡Cuántas veces bebemos la muerte en vasos de oro! El hombre es temerario y la temeridad se paga con la vida. (...)
Ollantay, cantos y narraciones quechuas, Perú, Editorial Inca, 1995.